martes, 11 de marzo de 2008

LA CHINITA EN EL ZAPATO

Me molesta todo.
Me molesta no reír.
Me molesta el mentir.
Me molesta la injusticia.
Me molesta lo superficial.
Me molesta el dolor intenso.
Me molesta no hacer deporte.
Me molesta no beber casi agua.
Me molesta no cumplir objetivos.
Me molesta la ausencia de control.
Me molesta no divertirme un sábado.
Me molesta no tener tiempo para nada. 
Me molesta que mi coche esté en reserva.
Me molesta decidir qué me pongo de ropa.
Me molesta que los días sean interminables.
Me molesta no ser constante con mis lectores.
Me molesta tener la necesidad de comer dulce.
Me molesta no ir al cine ni sola ni con compañía.
Me molesta no disfrutar de las cosas del día a día.
Me molesta que mis facturas de teléfono sean altas.
Me molesta estar incómoda con algunos improvistos.
Me molesta que cuando llevo gafas se ponga a diluviar.
Me molesta no hacer una frase para este renglón suelto.
Me molesta no saber decir no en determinadas ocasiones.
Me molesta aguantar a gente con la que no hay buen rollo.
Me molesta valorar el tiempo de la gente más que el propio.
Me molesta levantarme y sentir que mi cuerpo pesa mil kilos.
Me molesta que la verdad no luzca ni cuando todos se han ido.
Me molesta que mis palabras no dibujen una pirámide perfecta.
Me molesta que las cosas que me molestan me sigan molestando.
Me molesta la verborrea de la gente que sólo se escucha a sí misma.
Me molesta no tener tiempo para analizar todo lo que me conmueve.
Me molesta que mi objetivo final no sean  mis palabras sino el dibujo.







domingo, 2 de marzo de 2008

YA SOY MAYOR

Parece que siempre buscamos una excusa para ciertas cosas. Yo, las busco constantemente para todo porque no tengo tiempo. Nunca encuentro ni un minuto para nada de lo mío, y entre estas cosas mías, está mi blog.

Parece que el inconformismo de nacimiento me arrastra a no querer no sé qué. Muchas veces mis pensamientos y la realidad van al compás, pero no de tango, de algo más fuerte, digamos que mi vida va a ritmo de rock and roll.

Parece que la costumbre de posponer las cosas hace que uno acepte las cargas de retener lo que nos quema en la mente, de vivir con paquetes que no llegan a su destino a tiempo, con lo que si acumulas varios, el caos está asegurado.

Parece que llega un momento en el que los individuos necesitan volar del nido y descubrir lo que se pueden aportar a sí mismos en la soledad, conseguir adivinar y vivir cómo solucionar desde lo más peregrino a lo más complicado.

Parece que llega un día en el que hay que aceptar que uno se hace mayor y que no se puede seguir con la vida de antes, y que ya no se pueden poner más excusas, o que una vez reunidos todos los requisitos, hay que tomar la decisión.

Parece que uno tiene que pensar qué es lo que considera fundamental para hacer el viaje sin retorno. El vértigo, una emoción más que te da la vida, y la edad, un requisito indispensable para que el camino sea sólido.

Parece que mi destino será Alovera. La fecha, abril.