domingo, 7 de diciembre de 2008

VAN ONCE DÍAS

Era un día de verano caluroso y estaba en la terraza con mi prima mientras que ella se fumaba un cigarro. Se fue un momento y dejó en mi poder el pitillo encendido y no pude resistirme a la tentación de probar a qué sabía aquello. El gusto no fue nada agradable, me supo a madera y pensé que no era para mí.

Años después, con diecisiete, volví a tontear y creé el hábito social. Me convertí en fumadora de amigos y de noche hasta que me fui con unos amigos de fin de semana al festival de cine de San Sebastián, y nos lo fumamos todo, así que en el viaje de vuelta decidimos hacer el suicidio colectivo de dejar de fumar. Cuál fue mi sorpresa que yo fui la única que me lo tomé en serio aunque lo hice sin ganas, pero lo hice.

Y pasaron cuatro años con sus bodas, sus nocheviejas, sus copas, sus cenas y lo superé todo con sobresaliente, hasta que un día decidí fumarme un piti... Y caí, caí sin remedio, abocada al vicio como nunca lo había tenido. Dejé lo que había sido tiempo atrás, mera fumadora social, para convertirme en adicta al tabaco, echarme los pitis gustándome... disfrutando de la nicotina.

Y se siguieron sucediendo los años y el tabaco formó parte de mí. Me empezó a gustar de verdad y lo sentí como algo enraizado, de lo que ya no me iba a deshacer nunca. Era consciente de sus pocas virtudes y de sus muchos defectos, pero lo dejé estar; hasta que llegó un día en que mis dientes empezaron a vivir las primeras consecuencias de mi adicción. Por supuesto, puse manos a la obra y solucioné aquello pero me dio que pensar. Luego añadí a mi vida deporte y lo volví a pensar. Y me fumaba un cigarro y lo volvía a pensar.

Demasiados pensamientos y pocos hechos. Lo tenía en la cabeza pero no era capaz de pasarlo a la práctica. Supongo que tenía miedo al fracaso, a no ser capaz de conseguirlo, pero me armé de valor y puse fecha al evento que coincidía con otros asuntos, era el colofón de otros asuntos que se desarrollarían un miércoles. La vida es imprevisible y aquel miércoles no salió como esperaba ni siquiera el martes, con lo que no había que poner la guinda a ningún pastel, ni bueno ni malo, no había pastel. Tenía la excusa, la excusa perfecta para seguir fumando, para buscar otra fecha clave.

Aquel día hice mi rutina laboral y todo lo que implica la misma. Sobre las ocho y unos cuantos minutos llegué a mi bar (cada vez menos secreto). Cipri me puso el café y el vaso de agua. No tenía tabaco pero lo podía comprar. Tuve un sinfín de sentimientos encontrados sobre mi voluntad, sobre lo que era capaz de hacer. No estaba decidiendo si dejaba o no dejaba de fumar, estaba decidiendo si era capaz de dominar las consecuencias de las situaciones pasadas, presentes y futuras de mi propia vida.

Aquel piti que no me fumé me hizo qué pensar. Es el cigarro que más me gustaba con diferencia. Más que el de después de comer, o de cenar, o el que te fumas con una copa. Y había sido capaz de no fumármelo, como iba a ser capaz de tomar otras muchas decisiones.

Llevo sólo diez días pero hay momentos que ya me parece que ha pasado un siglo. Lo he conseguido.

martes, 25 de noviembre de 2008

MENTIRAS

Mentiras piadosas, mentiras dañinas, mentiras laborales, mentiras familiares, mentiras sin maldad, mentiras que se escapan, mentiras de fanfarrón, mentiras imperdonables, mentiras humillantes, mentiras tontas, mentiras y más mentiras.

No me gusta mentir. Mis mentiras son piadosas y mentiras que se escapan, de esas que no sabes por qué salen de tu boca, pero que ya están allí y no hay vuelta atrás, mentiras tontas. Al fin y al cabo, mentiras, pero sin trascendencia, mentiras que no perjudican a nadie, ni siquiera a mí misma. Duran lo que duran una suave brisa de aire gélido. Mentiras, mentiras...

Hoy he tenido un episodio de mentiras que no son las mías. He tenido que faltar a la verdad para defender a mi empresa, he tenido que omitir la verdad para proteger aquello por lo que me pagan. Y lo he hecho y hasta diría que lo he hecho muy bien, incluso sabiendo los contrarios que mentía, no me he dejado avasallar. Han ido a por mí y le he dado la vuelta a la tortilla, o por lo menos a lo que quedaba de ella. Me he mantenido firme y he defendido aquello como si fuera mío. Tres horas de tensión en las que no han podido conmigo y he seguido vendiendo aire sin plazos.

Quizá no he mentido, quizá he utilizado parte de la verdad y la he enmascarado, quizá lo que no me convenía no lo he dicho. No sé, qué más da. Era trabajo y no podía hacer otra cosa, no podía... Pero cómo me ha pesado, cómo me pesaba. Me he quedado sin fuerzas. Me hubiera ido a casa a tumbarme en la cama en posición fetal. He estado bloqueada durante bastante tiempo y casi a punto de llorar, pero no... no... así no se soluciona nada. He vuelto a sacar fuerzas de flaqueza para solucionar el tema, me tocaba arreglarlo internamente y lo he conseguido, o por lo menos me han dicho que a la próxima reunión iré con un técnico para que me ayude. Sólo tenía que pedirlo.

Me siento un poco mejor.

sábado, 15 de noviembre de 2008

TAN LEJOS Y TAN CERCA

Todavía me acuerdo de las perrerías que te hacía cuando éramos pequeñas. Me ratifico en que los niños son crueles. Claro que sí, son ignorantes de sus palabras y de las consecuencias que conllevan. Pero ya pasó, ya pasó.

Luego fuimos creciendo y no sé qué cambió, pero cambió. La edad se solapó y la diferencia generacional dejó de existir porque tres años no son nada. Y empezamos a tener afinidades, amigos en común, risas sin reproches, ayuda incondicional, nos convertimos en nuestras confesoras, en testigos mudos y no tan mudos de nuestras vidas, en piezas indispensables, compartiendo momentos felices y algunos no tan felices; todo consecuencia de la conexión sanguínea y de algo más, o de muchas cosas más que nos convierte en hermanas especiales, sin dejar atrás ni un milímetro a nuestros hermanos especiales.

Tantos años viviendo juntas que ahora se hace extraño no tenerte cerca físicamente porque de ninguna otra forma es viable una separación. Menos mal que la tecnología nos arropa. Y allí donde ahora estás, al otro lado del charco, en la ciudad más famosa del mundo no dejamos que existan las distancias.

¿Y ahora? Tienes que ser fuerte porque lo llevas en la sangre, porque has vivido situaciones que te dan experiencia, porque has aprendido de los errores. Nadie dijo que fuera fácil pero tampoco es ni va a ser un infierno. Tendrás que adaptarte y disfrutar de lo bueno y de lo malo. Es por trabajo por lo que te has ido a vivir, y lo importante es vivir, vivir y vivir de la mejor forma.

Una andadura nueva que tienes que hacer bien desde el principio. Ya no tienes al "Orejas" ni a "la que te mira", pero no olvides que parte de su poder se lo has dado tú. Debes tener cuidado de que no aparezca en NYC otro "Ears" u otra "she´s looking at me". Relájate, respira hondo y marca tu territorio con educación y sin prisa pero sin pausa. ¿Los problemas? Son problemas pero no los sumes, dales su justo espacio y soluciónalos, uno a uno.

No desconfíes de ti porque te comerás la Gran Manzana y lo que se ponga por delante. Es cuestión de tiempo, sólo necesitas tiempo y disfrutar cada día de lo que tienes, que es grande, como tú.

No olvides que nos tienes. Te quiero, te queremos.

domingo, 9 de noviembre de 2008

AMOR CON MINÚSCULAS

Las cosas atípicas siempre me llamaron la atención, y no es que no me parezca lo armónico mucho mejor, pero quizá ese gusanillo de lo desconocido, de por qué no salió tenga más interés para mí que lo armónico, lo fácil. Todos tenemos ese punto raro o no tan raro que hace que nos distingamos, y quizá a mí me diferencia, entre otras muchas cosas, el escribir de amor oyendo de fondo a Loquillo y los Trogloditas (veremos qué sale...).

Cuando llega un momento en que la soltería a los treinta y tantos te parece bien, cuando sientes que tienes un equilibrio interno, cuando sientes que te faltan cosas pero que ya no corren prisa, sino que disfrutas el momento actual porque los otros ya llegarán. Cuando todo tiene su caja y su orden y da gusto pasear por el jardín. Cuando piensas que tu vida transcurre mientras que das un paseo por la playa, y aunque a veces pisas alguna que otra roca y viene una ola que no te esperas y te mojas, sigue mereciendo la pena el camino. Cuando llega ese momento que te das cuenta de que casi todo lo te ocurre es consecuencia de la forma con la que enfocas la vida, quiere decir que has avanzado mucho, pero todavía queda mucho más por recorrer y sólo quiere decir que has dado con el quid de la cuestión y los siguientes pasos son resolver todos aquellos problemas en los que siempre tenía la culpa el apuntador (el jefe, el amigo, la madre, o el padre que lo fundó).

Cuando todo cuadra o piensas que todo cuadra y te vanaglorias de ello, pues llega alguien; y es lógico, porque cuando te encuentras bien es cuando atraes, porque de pichatristes y amargados, está el mundo lleno. Y claro... comienzas a reubicar un poco las piezas, para que todas tengan su espacio. Haces otro poco de encaje de bolillos sin darle demasiada importancia, aunque por su puesto, ni comparación con lo hecho anataño. Nos volvemos más cautos, mucho más cautos y vamos con pies de plomo (o eso intentamos o pensamos que lo hacemos) pero cuando ves que todo vale, que todo sale, levantes el pie del freno y disfrutas, disfrutas, te dejas llevar, te ríes, piensas si durará y te dices, ¿por qué no? y todo va una velocidad que da un poco de vértigo pero ya no quieres parar y puedes pero no quieres, no quieres; seguro que porque al final sabes que todo tiene fecha de caducidad y quieres que por lo menos puedas decir, que me quiten lo "bailao".

Y un buen día todo frena en seco y te estampas. Las llamadas merman de una forma escandalosa, ya no se mueren por verte, comienzan las excusas baratas o caras; valoras, valoras todas y no entiendes, no entiendes. Y te esfuerzas por entender, y quieres entender porque tienes más herramientas para entender. Pero no entiendes, faltan piezas en el puzle. Y con toda esa experiencia que ya tienes, dejas que las cosas se desarrollen según su curso, pero ¿cuál es su curso? el de antes, a cien por hora, o lo actual, a paso de abuelo ¿sin rumbo? Y claro, la que ha sido peliculera, pues hace esfuerzos sobrehumanos por mantener los pies en la tierra y esperar una respuesta a esa pieza que falta. Y cambias, o por lo menos te das cuenta de que has cambiado porque ya no te lo tomas a la tremenda, ya no piensas, ¿qué he hecho mal? y si lo piensas, la respuesta es nada. Y te preguntas qué ha pasado, y no entiendes ni vas a entender porque si te pones a pensar en hipótesis, cabrían tantas de una forma directamente proporcional a las horas dedicadas a intentar discernir qué es lo que ha pasado. Qué mediana traquilidad llegar a ese estatus en el que has conseguido no enloquecer ni perder los papeles, si no que has valorado que quizá has proyectado lo que podía ser partiendo de lo que es y ha resultado que a lo mejor no tenías que haberlo hecho, quizá lo que era, era, pero no quería decir que fuera a ser más adelante.

¿Y ahora? Era, fue, sería, habría sido, hubiera sido, habrá sido, es, sea, será... No lo sé. Amor siempre se escribe con mayúsculas, pero empieza con minúsculas y la afinidad, interés, química hace que se convierta en mayúsculas, y luego hay que cuidarlo, cuidarlo todos los días porque nada es eterno. Hoy ya no.

domingo, 2 de noviembre de 2008

TIEMPO

Cuando un segundo se hace una hora, cuando una hora se hace un segundo. El tiempo pasa igual siempre, no varía, es exacto, es la percepción la que cambia. Hay veces que no le hacemos caso, es algo insignificante, algo así como respirar, ¿cuántas veces nos planteamos que nuestros pulmones se están llenando de aire?

Nuestro aliado o nuestro enemigo. En época de crisis parece que el tiempo está más lejos de ser nuestro aliado. La crisis, qué es la crisis. Si encima tienes una percepción de la realidad parcial, por falta de interés, como es mi caso, se convierte en una bola intragable. Como si pensara que las noticias no van conmigo, que lo que dicen en la radio no son asuntos que me incumban, como si el no ver el telediario me dejara indemne de lo que ocurre en el exterior.

Hasta que llega un día que la famosa crisis te repercute por arte de virli virloque y ves que tu trabajo comienza a estar estrangulado. Y te das cuenta que este tiempo en el que has ejercido como profesional en exceso ha pasado, y aunque no ha caido en saco roto, sientes temblar cimientos que te dejan un poco dubitativa. Sientes un poco de pavor y notas que debajo de tus pies tiembla la tierra y te quedas parada esperando que no te caigan escombros en la cabeza y tu vida acabe de una forma drástica. Y ahí es cuando me planteo, empeñarse en vivir o empeñarse en morir.

Vuelve a tomar protagonismo el tiempo. Empeñarse en vivir, una labor ardua al que hay que dedicar lo que cuenta el tic tac del reloj, o empeñarse en morir, que es cuestión de segundos, todo se acaba y te conviertes en un ser inerte.

Sin lugar a dudas, empeñarse en vivir.

martes, 15 de julio de 2008

EPÍLOGO. Y ELEGÍ MIS MEJORES ZAPATOS.

Gracias Melquiades. Aunque sea un relato fuera de carta, aquí tienes tu espacio para tu historia fresca, conmovedora, sencilla...

No ha parado de llover en todo el día. El cielo ha adquirido un tono gris perpetuo semejante al tono de mi vida en los últimos 12 años. Estoy calada de miedo por dentro, siento unos escalofríos que recorren mi cuerpo y me dejan sin respiración cada vez que pienso que ella está a punto de aparecer.

- Llegas tarde, como siempre.
- No creo que sea el momento para recriminarnos cosas…
- No me refería a eso, he encontrado este montón de fotos viejas y me he puesto a recordar… no era la puntualidad tu mejor virtud.
- Qué tal estás?
- Bien, mejor de lo que imaginaba. Sabía que este momento estaba cerca y, ahora que ya ha llegado, me siento liberada.
- Creo que para las dos es un momento difícil. Lo cierto es que no recordaba el camino, ahora me doy cuenta del tiempo que hace que no venía a casa. ¿Qué tienes en la mano, esa de ahí soy yo?
- Llevo días revolviendo los viejos baúles con trastos de la casa, los mismos que nos han acompañado a mamá y a mí todos estos años aunque nos empeñásemos en aparentar que no existían. Como si el simple hecho de no nombrarlos y tenerlos arrinconados nos permitiese creer que papá y tú nunca vivisteis con nosotras.
He rescatado estas fotos en las que aparecemos todos juntos, antes de que os marchaseis a la ciudad y he vuelto a sonreír como hacía años que no lo hacía. Esta de aquí eres tú y mamá en el porche…
- Y fíjate en esta, estamos las dos juntas y tú estas guapísima.
- Era la fiesta de fin de curso y la primera vez que me vestía de mujer. Por eso estaba encantada que mi hermana mayor hiciese de jefa de ceremonias
- Nos encerramos en el cuarto mío durante más de dos horas. Saqué la ropa más sexy que encontré en el armario, te pinté la raya del ojo por primera vez, cubrí tus labios de un rojo pálido y elegí mis mejores zapatos para la ocasión, aquellos negros de charol con fina costura que trajo la tía Luz de Italia.
- Cuando me vi reflejada en el espejo no era capaz de reconocerme.
- Recuerdo que cuando te vestía no parabas de hablarme del chico que te acompañaba a la fiesta. ¿Juan se llamaba?
- ¡Uy, no, era Jorge! Te hice prometer no decir nada en casa, me consideraban todavía un a niña para tener ningún novio.
- Sí, recuerdo la manía tuya de forzar los juramentos más diversos para asegurar tus secretos. Por cierto, ¿ quién más dijiste que venían al entierro acompañando a la tía Luz y al tío Paco?
- La prima Teresa, Elena y Jorge se acercarán en media hora; todos tenían unas ganas tremendas de verte de nuevo, después de tanto tiempo.
Confiaba en tener algo más de tiempo para hablar a solas contigo.
- Llevo noches en vela imaginando este momento, pensando las palabras exactas para decirte y auto convenciéndome de no echar a correr una vez detenido el coche enfrente de la casa familiar. Tenía miedo de reencontrarte llena de ira, de no querer escuchar las razones por las que dejé de venir a visitaros, porqué mi rechazo a nuestra madre fue tejiendo una tela de araña invisible alejándome de ti…
- No necesito escuchar razones, tenerte de nuevo junto a mí es suficiente. La penumbra de los últimos años casi acaba consumiéndome y la desgracia de mamá ha conseguido despertarme de nuevo. He decidido dejar la escuela, he avisado al director que no esperaré a que llegue la sustituta y ya me he puesto en contacto con la Universidad de Buenos Aires para comenzar, por fin, mi Doctorado.
- ¿De veras? ¡Cuánto me alegro por ti! Nunca entendí que rechazases las distintas becas que te propusieron por venir al pueblo a dar clases.
- Mañana, tras el funeral, viajo en tren hasta Málaga para esa misma noche coger el avión.
- ¿Tan pronto?
- Sí, tengo prisa por empezar mi vida. Por eso te pido que organices con el abogado todo el papeleo necesario, te dejo su teléfono y nombre.
- Cuenta con ello. Casi no aguanto las lágrimas, ahora que te encuentro de nuevo… ¿Algo más?
- Sí, prométeme…
- ... te lo juro, nunca más volveremos a separarnos.

miércoles, 18 de junio de 2008

MI RELATO GANADOR. Y ELEGÍ MIS MEJORES ZAPATOS

Donde dije digo, digo Diego. No nos reunimos para las votaciones, ni siquiera escribimos todos los que éramos. Pero yo sí que tengo un ganador.

Debe ser que parecía fácil y luego no lo era. Debe ser que la frase no me inspiraba nada. Debe ser que me empeñé tanto en que no se notara que era yo que me salió un caspón de relato. Debe ser que puse más espectativas de las reales en mi creación fallida. Debe ser que me sigue pareciendo que el toque de Melbourne fue demasiado surrealista para la supuesta época. Debe ser que como vuelva a leer mi relato, voy a poner otro "debe ser".

Gracias Meri y Laurix por vuestros relatos cuatro y cinco. Gracias Antonio por tu relato dos. Gracias Ana por tu relato uno. Fuiste la primera, la más rápida y la historia más original; quizá Antonio te ganó en su envoltorio (seguramente), pero es la que más me ha gustado. Un enfoque de un día tétrico con matices sagaces, ocurrentes y vistos de una forma distinta. Enhorabuena a mi ganadora.


lunes, 26 de mayo de 2008

RELATO CINCO. Y ELEGÍ MIS MEJORES ZAPATOS

Cuando ELLA regresó con el café humeante, el ya llevaba varias horas sentado allí. Le posó la mano sobre el hombro, sin saber si aquel gesto expresaría todo lo que ella sentía en aquel momento. Llevaban varios meses de gestiones y de nuevo parecía que iban a volver a perderse en el laberInto de papeles, entrevistas y pruebas .Sin embargo, hace sólo una semana aquel insulso funcionario que siempre les había escuchado con gesto de impertérrita indiferencia esbozó una media sonrisa: “¡Enhorabuena! : su solicitud ha sido aceptada a trámite.”
Nunca imaginó que aquellas palabras pudieran resonar en su cabeza como los compases de una canción, de una delicada canción china.
Sonrió, poco importaba el retraso de horas para su vuelo que anunciaban las pantallas del aeropuerto, sonrió porque aquella mañana ella había elegido sus mejores zapatos para volar a aquel lejano país, sonrió porque allí por fín completarían su familia.
EL sabía cuánto le decía aquella mano con olor a café sobre su hombro. Le decía tanto como si le hablara, le decía que estaban JUNTOS en aquella historia, su historia, le decía que asumir la decisión tomada había supuesto reconocer un gran fracaso, le decía que también ella casi se pierde en el laberinto de gestiones, que a punto esyaba de abandonar todo, pero también le decía que las palabras de aquel funcionario le habían devuelto de nuevo la esperanza.

Chascó los dientes, fastidiado ante el nuevo retraso; él no sabía ser tan paciente, aquella virtud se la tendría que enseñar ella. Pero ya tenía pensado que decirle cuando bajara de aquel avión y por fín pudiera verle la cara: “Hola, soy tu padre y elegí mis mejores zapatos para conocerte”. 

domingo, 25 de mayo de 2008

RELATO CUATRO. Y ELEGÍ MIS MEJORES ZAPATOS

Otra mañana sentado en la cama, sobresaltado, exhausto pero aliviado por haberme despertado.No entendía qué estaba pasando. Llevaba tres noches sin descansar. sueños que no conseguía recordar me abandonaban bruscamente a un estado convulso.

Todo parecía tener algo que ver con la muerte del tío Fredd .Era lo único que había sacudido mi apacible existencia durante esta semana, aunque no entendía una reacción tan desmesurada de mí mismo . Hacía más de 8 años que no nos habíamos visto y yo no había sufrido por la noticia, al menos no aparentemente.Cierta tristeza sí, pero nada punzante. Entre perplejo y confuso me levantaba a poner el café mientras me entregaba, con cierta obligación, al recuerdo abandonado de la infancia . Me sorprendía una sonrisa melancolica mientras repasaba los juegos con mi tio y percibía un afecto, que en algún momento de la adolescencia, fue inexplicablemte aniquilado.

El telefono me devolvió de golpe al presente: -¿Sr Host? - sí,¿quien llama? - Soy Hellen Miller ,verá su tío Fred le dejó como único heredero y tendría que pasarse por el despacho para formalizarlo todo. - ¿Qué?¿por qué a mí? - ¿Disculpe?, bueno usted era su único familiar conocido, no hay nadie más. 

Colgué el teléfono, y una angustia, parecida a la que me había despertado esa semana, estaba ahora racionalmente golpeando mi cabeza.Desconocía lo que me habría dejado pero eso ahora no importaba. Me imaginaba la soledad que acompañó al tío Fredd al morir y me desolaba. Debía haberle llamado. Debía haberle escrito .Debía haberle visitado.Todo el malestar de esos días tenía sentido,no quise indagar más y lo acepté incluso lógico. Me refresqué la cara y me vestí. Elegí mis mejores zapatos. Fui a ver al tío Fred, debía disculparme.

viernes, 23 de mayo de 2008

RELATO TRES. Y ELEGÍ MIS MEJORES ZAPATOS

Hacía una semana que había regresado a Madrid, y ese día se iba a Melbourne. Estaba convencido de que aceptó el trabajo para estar lejos de mí, para que Alejandro me olvidara. Yo sabía que con cuatro años no le podía explicar los motivos reales más lejos de lo que su comprensión me permitía. Pero sí que me conocía, sí que sabía que era su padre. De repente me di cuenta de que tenía que ir al aeropuerto. No sabía cuándo iba a volver a verlo, Melbourne estaba demasiado lejos. La angustia se trasformó en ilusión, así que corrí a ducharme y me vestí rápidamente, saqué unos vaqueros, una camisa y unos zapatos, todo al azar y me cogí el coche dirección Madrid.
Llegué al aeropuerto. Menos mal que la seguridad de antes no era como la de ahora, así que pude saltarme los controles. Entonces lo vi y corrí hacia él. Le di un abrazo tan fuerte... Entonces supe que no me iba a olvidar.
Y no me ha olvidado. A pesar de la distancia, mantuvimos la relación, una buena relación. Y con ella nunca recuperé lo perdido ni lo olvidado.
Ayer, ayer se casaba en Madrid. Volvió. Las raíces son las raíces. No se pueden amputar. Tuvo su día especial, tuve mi día especial. Se casó y yo elegí mis mejores zapatos, mi mejor sonrisa, mi mejor talante, mis mejores sentimientos.


domingo, 18 de mayo de 2008

RELATO DOS. Y ELEGÍ MIS MEJORES ZAPATOS

Estaba acostumbrado al candor del silencio. La noche llamaba con frecuencia a su puerta y el silencio es siempre su mejor tarjeta. Pero ese día la noche llegó antes, o eso creyó él cuando atareado vio adelantar su presencia. Cajas enteras con una vida entera dejaron de tener sentido de golpe. Miles de recuerdos, enteros a la basura. Salmos y salmodías, promesas de amor eterno que no llegaron a cotizar y tristeza en rebajas. 

Estaba acostumbrado a cierto hastío por el aire desencontrado de su vida, pero esta vez tocaba flagelarse como nunca y llorar como casi siempre. Tristeza sin lágrimas, que es el peor de los lamentos. Un alma en letanía, una agonía puntual que siempre llega…Atrás quedaron recuerdos que pasados los meses ni están ni se les espera…

Comenzó a recoger pedacitos y seguramente aún siga haciéndolo. Contó oportunidades perdidas de no caer al abismo y seguramente, desde su más cruento fondo, aún reconoce las que pasan a su lado. No hay tormento más grande que la sinceridad con agonía. No hay historia más triste que la que nos pone frente a un sincero espejo. Hay camino. Quizás hasta limonero. Pero de momento los versos y la nueva emoción no han llegado…

Sancionó sus costumbres, enroco a la reina, olvidó las reglas de jugar a las damas y trató de exprimir el resuello. Todo debía recobrarse en un gesto o en un instante. En un propósito que marcara deseos, en un golpeo del destino para virar a cualquier lado, en una búsqueda del ángel de la guarda perezoso, ese que llevaba toda la vida suspirando por cruzar ante sus ojos. 

Volvió poco a poco el ruido. Y la rutina. Y el desamparo. Y los derrotes. Y los si acasos. Y los anhelos nobles. Y hasta Machado. Y ese día, pasando ante el armario, decidió que aunque nada de lo que siempre aguarda hubiera decidido dejar de hacerlo, tocaba elegir sus mejores zapatos…

RELATO UNO. Y ELEGÍ MIS MEJORES ZAPATOS

Hoy era un día importante. Todos estaban allí.
A mi nunca me gustaron las multitudes, ni ser el centro de atención, pero después de verles a todos juntos me alegré.

Miraba a mi alrededor y no faltaba nadie, incluso me sorprendió ver a alguno de ellos. ¿Cómo se habrían enterado? Las malas noticias realmente vuelan.

Era como verme reflejado en todas esas personas, algunas buenas, otras no tanto. En definitiva todos formaban parte de mi vida: compañeros del colegio, de la facultad, compañeros de los miles de trabajos por los que había pasado. ¡Todas mis novias! (o al menos las que podía recordar). Mis amigos: todos. Primos que no veía desde hacía siglos. Mi hermano, mi hermana, mi madre, mis tías.

Y mi mujer. En una esquina y con la mirada perdida. Parecía que se iba a romper. A ella si que no le gustan las multitudes. Realmente ella sí que las odia.

Por la mañana ya lo tenía pensado, y desde hacía un par de semanas también: Hoy era un día importante. Todos estarían allí. Repasé minuciosamente mi armario y elegí mi mejor traje, mi mejor camisa y mis mejores zapatos.

Ahora que había llegado la hora de la verdad sentía un poco de vértigo. Tanto tiempo y tanta gente alabando mi entereza durante meses y ahora me sentía asustado. Asustado de verdad. Los demás lo parecían antes, pero ahora ya no. Ahora sólo yo estaba asustado.

Creo que después de todo, salió bien. Me encantó verles allí. Me encantó reunirles por última vez. Me echarán de menos. Y yo a ellos también.

Hoy era un día importante y todos estuvieron allí.

domingo, 11 de mayo de 2008

Y ELEGÍ MIS MEJORES ZAPATOS.

Viernes por la noche. Cansancio y estrés acumulado de la semana. Seis amigos. Una cena. Risas. Proyectos por hacer y decisiones por tomar. Pájaros en la cabeza. Intención escasa de rematar la noche con un gin tonic. El café del mono. Más risas y un juego: una frase por persona para hacer un relato corto. Complicado elección sin querer que salga una definición de la propia vida, sin querer que sea autobiográfica. Las frases: "Era una tarde de lluvia y se asomó al balcón", "dobló la esquina", "y elegí mis mejores zapatos", "fue un dulce que me amargó la vida", "dio un paso y sonrió", "quiero catorce mojitos y una coca cola". La ganadora, la dictó el azar: "y elegí mis mejores zapatos". Reglas: medio folio a ordenador, letra arial, tamaño doce. Los relatos se colgarán como comentarios anónimos en esta entrada y en www.mariposasenlatripa.blogespot.com. Fecha límite, 25 de mayo. Objetivo, hacer algo diferente. ¿Quién será el ganador? todos. El relato elegido será por votación. ¿Te apuntas?

martes, 11 de marzo de 2008

LA CHINITA EN EL ZAPATO

Me molesta todo.
Me molesta no reír.
Me molesta el mentir.
Me molesta la injusticia.
Me molesta lo superficial.
Me molesta el dolor intenso.
Me molesta no hacer deporte.
Me molesta no beber casi agua.
Me molesta no cumplir objetivos.
Me molesta la ausencia de control.
Me molesta no divertirme un sábado.
Me molesta no tener tiempo para nada. 
Me molesta que mi coche esté en reserva.
Me molesta decidir qué me pongo de ropa.
Me molesta que los días sean interminables.
Me molesta no ser constante con mis lectores.
Me molesta tener la necesidad de comer dulce.
Me molesta no ir al cine ni sola ni con compañía.
Me molesta no disfrutar de las cosas del día a día.
Me molesta que mis facturas de teléfono sean altas.
Me molesta estar incómoda con algunos improvistos.
Me molesta que cuando llevo gafas se ponga a diluviar.
Me molesta no hacer una frase para este renglón suelto.
Me molesta no saber decir no en determinadas ocasiones.
Me molesta aguantar a gente con la que no hay buen rollo.
Me molesta valorar el tiempo de la gente más que el propio.
Me molesta levantarme y sentir que mi cuerpo pesa mil kilos.
Me molesta que la verdad no luzca ni cuando todos se han ido.
Me molesta que mis palabras no dibujen una pirámide perfecta.
Me molesta que las cosas que me molestan me sigan molestando.
Me molesta la verborrea de la gente que sólo se escucha a sí misma.
Me molesta no tener tiempo para analizar todo lo que me conmueve.
Me molesta que mi objetivo final no sean  mis palabras sino el dibujo.







domingo, 2 de marzo de 2008

YA SOY MAYOR

Parece que siempre buscamos una excusa para ciertas cosas. Yo, las busco constantemente para todo porque no tengo tiempo. Nunca encuentro ni un minuto para nada de lo mío, y entre estas cosas mías, está mi blog.

Parece que el inconformismo de nacimiento me arrastra a no querer no sé qué. Muchas veces mis pensamientos y la realidad van al compás, pero no de tango, de algo más fuerte, digamos que mi vida va a ritmo de rock and roll.

Parece que la costumbre de posponer las cosas hace que uno acepte las cargas de retener lo que nos quema en la mente, de vivir con paquetes que no llegan a su destino a tiempo, con lo que si acumulas varios, el caos está asegurado.

Parece que llega un momento en el que los individuos necesitan volar del nido y descubrir lo que se pueden aportar a sí mismos en la soledad, conseguir adivinar y vivir cómo solucionar desde lo más peregrino a lo más complicado.

Parece que llega un día en el que hay que aceptar que uno se hace mayor y que no se puede seguir con la vida de antes, y que ya no se pueden poner más excusas, o que una vez reunidos todos los requisitos, hay que tomar la decisión.

Parece que uno tiene que pensar qué es lo que considera fundamental para hacer el viaje sin retorno. El vértigo, una emoción más que te da la vida, y la edad, un requisito indispensable para que el camino sea sólido.

Parece que mi destino será Alovera. La fecha, abril.

martes, 1 de enero de 2008

NO HAY PROPÓSITOS

Para los que no hacen propósitos los unos de enero.
Para los que dan los buenos días con una sonrisa.
Para los que de la debilidad han hecho fortaleza.
Para los que intentan no juzgar a primera vista.
Para los que aprenden de cualquier individuo.
Para los que disfrutan de una puesta de sol.
Para los que sueñan despiertos sin peligro.
Para los que la soledad no es un enemigo.
Para los que están rodeados de gente.
Para los que uno más uno son tres.
Para los que buscan y encuentran.
Para los que comparten lo suyo.
Para los que tienen objetivos.
Para los que no hay rencor.
Para los que escuchan.
Para los que quieren.


PARA TI.