domingo, 18 de mayo de 2008

RELATO DOS. Y ELEGÍ MIS MEJORES ZAPATOS

Estaba acostumbrado al candor del silencio. La noche llamaba con frecuencia a su puerta y el silencio es siempre su mejor tarjeta. Pero ese día la noche llegó antes, o eso creyó él cuando atareado vio adelantar su presencia. Cajas enteras con una vida entera dejaron de tener sentido de golpe. Miles de recuerdos, enteros a la basura. Salmos y salmodías, promesas de amor eterno que no llegaron a cotizar y tristeza en rebajas. 

Estaba acostumbrado a cierto hastío por el aire desencontrado de su vida, pero esta vez tocaba flagelarse como nunca y llorar como casi siempre. Tristeza sin lágrimas, que es el peor de los lamentos. Un alma en letanía, una agonía puntual que siempre llega…Atrás quedaron recuerdos que pasados los meses ni están ni se les espera…

Comenzó a recoger pedacitos y seguramente aún siga haciéndolo. Contó oportunidades perdidas de no caer al abismo y seguramente, desde su más cruento fondo, aún reconoce las que pasan a su lado. No hay tormento más grande que la sinceridad con agonía. No hay historia más triste que la que nos pone frente a un sincero espejo. Hay camino. Quizás hasta limonero. Pero de momento los versos y la nueva emoción no han llegado…

Sancionó sus costumbres, enroco a la reina, olvidó las reglas de jugar a las damas y trató de exprimir el resuello. Todo debía recobrarse en un gesto o en un instante. En un propósito que marcara deseos, en un golpeo del destino para virar a cualquier lado, en una búsqueda del ángel de la guarda perezoso, ese que llevaba toda la vida suspirando por cruzar ante sus ojos. 

Volvió poco a poco el ruido. Y la rutina. Y el desamparo. Y los derrotes. Y los si acasos. Y los anhelos nobles. Y hasta Machado. Y ese día, pasando ante el armario, decidió que aunque nada de lo que siempre aguarda hubiera decidido dejar de hacerlo, tocaba elegir sus mejores zapatos…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Zzzz.