Mentiras piadosas, mentiras dañinas, mentiras laborales, mentiras familiares, mentiras sin maldad, mentiras que se escapan, mentiras de fanfarrón, mentiras imperdonables, mentiras humillantes, mentiras tontas, mentiras y más mentiras.
No me gusta mentir. Mis mentiras son piadosas y mentiras que se escapan, de esas que no sabes por qué salen de tu boca, pero que ya están allí y no hay vuelta atrás, mentiras tontas. Al fin y al cabo, mentiras, pero sin trascendencia, mentiras que no perjudican a nadie, ni siquiera a mí misma. Duran lo que duran una suave brisa de aire gélido. Mentiras, mentiras...
Hoy he tenido un episodio de mentiras que no son las mías. He tenido que faltar a la verdad para defender a mi empresa, he tenido que omitir la verdad para proteger aquello por lo que me pagan. Y lo he hecho y hasta diría que lo he hecho muy bien, incluso sabiendo los contrarios que mentía, no me he dejado avasallar. Han ido a por mí y le he dado la vuelta a la tortilla, o por lo menos a lo que quedaba de ella. Me he mantenido firme y he defendido aquello como si fuera mío. Tres horas de tensión en las que no han podido conmigo y he seguido vendiendo aire sin plazos.
Quizá no he mentido, quizá he utilizado parte de la verdad y la he enmascarado, quizá lo que no me convenía no lo he dicho. No sé, qué más da. Era trabajo y no podía hacer otra cosa, no podía... Pero cómo me ha pesado, cómo me pesaba. Me he quedado sin fuerzas. Me hubiera ido a casa a tumbarme en la cama en posición fetal. He estado bloqueada durante bastante tiempo y casi a punto de llorar, pero no... no... así no se soluciona nada. He vuelto a sacar fuerzas de flaqueza para solucionar el tema, me tocaba arreglarlo internamente y lo he conseguido, o por lo menos me han dicho que a la próxima reunión iré con un técnico para que me ayude. Sólo tenía que pedirlo.
Me siento un poco mejor.
No me gusta mentir. Mis mentiras son piadosas y mentiras que se escapan, de esas que no sabes por qué salen de tu boca, pero que ya están allí y no hay vuelta atrás, mentiras tontas. Al fin y al cabo, mentiras, pero sin trascendencia, mentiras que no perjudican a nadie, ni siquiera a mí misma. Duran lo que duran una suave brisa de aire gélido. Mentiras, mentiras...
Hoy he tenido un episodio de mentiras que no son las mías. He tenido que faltar a la verdad para defender a mi empresa, he tenido que omitir la verdad para proteger aquello por lo que me pagan. Y lo he hecho y hasta diría que lo he hecho muy bien, incluso sabiendo los contrarios que mentía, no me he dejado avasallar. Han ido a por mí y le he dado la vuelta a la tortilla, o por lo menos a lo que quedaba de ella. Me he mantenido firme y he defendido aquello como si fuera mío. Tres horas de tensión en las que no han podido conmigo y he seguido vendiendo aire sin plazos.
Quizá no he mentido, quizá he utilizado parte de la verdad y la he enmascarado, quizá lo que no me convenía no lo he dicho. No sé, qué más da. Era trabajo y no podía hacer otra cosa, no podía... Pero cómo me ha pesado, cómo me pesaba. Me he quedado sin fuerzas. Me hubiera ido a casa a tumbarme en la cama en posición fetal. He estado bloqueada durante bastante tiempo y casi a punto de llorar, pero no... no... así no se soluciona nada. He vuelto a sacar fuerzas de flaqueza para solucionar el tema, me tocaba arreglarlo internamente y lo he conseguido, o por lo menos me han dicho que a la próxima reunión iré con un técnico para que me ayude. Sólo tenía que pedirlo.
Me siento un poco mejor.