viernes, 23 de mayo de 2008

RELATO TRES. Y ELEGÍ MIS MEJORES ZAPATOS

Hacía una semana que había regresado a Madrid, y ese día se iba a Melbourne. Estaba convencido de que aceptó el trabajo para estar lejos de mí, para que Alejandro me olvidara. Yo sabía que con cuatro años no le podía explicar los motivos reales más lejos de lo que su comprensión me permitía. Pero sí que me conocía, sí que sabía que era su padre. De repente me di cuenta de que tenía que ir al aeropuerto. No sabía cuándo iba a volver a verlo, Melbourne estaba demasiado lejos. La angustia se trasformó en ilusión, así que corrí a ducharme y me vestí rápidamente, saqué unos vaqueros, una camisa y unos zapatos, todo al azar y me cogí el coche dirección Madrid.
Llegué al aeropuerto. Menos mal que la seguridad de antes no era como la de ahora, así que pude saltarme los controles. Entonces lo vi y corrí hacia él. Le di un abrazo tan fuerte... Entonces supe que no me iba a olvidar.
Y no me ha olvidado. A pesar de la distancia, mantuvimos la relación, una buena relación. Y con ella nunca recuperé lo perdido ni lo olvidado.
Ayer, ayer se casaba en Madrid. Volvió. Las raíces son las raíces. No se pueden amputar. Tuvo su día especial, tuve mi día especial. Se casó y yo elegí mis mejores zapatos, mi mejor sonrisa, mi mejor talante, mis mejores sentimientos.


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